El primer paso para una crianza respetuosa: corrígete a ti primero

Muchos padres y madres nos preguntamos qué hacer para que nuestros hijos obedezcan, se porten bien, no hagan pataletas, aprendan a compartir, no se "malcríen” ni se vuelvan “tiranos”, etc.

Cuando son más pequeños, vemos con temor comportamientos como que se tiren al suelo, muevan las piernas, lloren y griten con fuerza al enfrentar alguna frustración.

Incluso, hay quienes se preguntan si hay malo con su hijo o hija.

Generalmente nos esforzamos por “corregir su comportamiento” haciendo cosas o tomando medidas que poco tienen que ver con la raíz del problema. 

Mi sugerencia es que cambiemos el foco. En vez de buscar la solución afuera, busquémosla adentro. En nosotros mismos.

Lo cierto es que la maternidad y paternidad es una excelente oportunidad de autoconocimiento que debemos aprovechar para convertirnos en mejores seres humanos.

Empecemos a vivir conscientes de nosotros mismos, observando en cada momento las emociones que aparecen. ¿Qué sucede internamente cuando nuestros hijos no nos hacen caso? ¿Qué influencia tiene nuestro ego en la toma de decisiones? ¿Qué es lo que realmente nos molesta cuando no hacen lo que queremos o no son lo que esperamos que sean?

Debemos revisar nuestra intención, ya que la mayoría de las veces, en vez de estar pensando en el bienestar de los niños, estamos enfocados en nuestros deseos y gustos personales. 

Por ejemplo, cuando nuestro hijo o hija hace una pataleta (o berrinche) en casa o en un lugar público ¿cuál es el primer pensamiento u emoción? ¿Compasión, empatía? O más bien ¿disgusto, pereza e, incluso, resentimiento con el niño o niña por hacernos pasar un mal rato?

Tampoco se trata de que nos sintamos culpables por tener emociones negativas hacia nuestros hijos, pero si estas aparecen, debemos hacer el trabajo de transformarlas en el momento. Corrijámonos a nosotros primero y el cambio en nuestros hijos será inmediato.

Hagamos este ejercicio de observación y reflexión interna no solo en los momentos más críticos, sino durante todo el día y nos regalaremos a nosotros y a nuestros hijos, una mejor calidad de vida, más armónica y amorosa. 

La gestión emocional se enseña con el ejemplo. 

Escrito por: Natalia Escandón Cox

Fundadora Mamurri SpA

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