Una gran preocupación de muchas madres es el momento en el que deben regresar a sus trabajos y dejar a sus bebés al cuidado de otros.
En mi caso, creo que este ha sido uno de los episodios más difíciles que me ha tocado vivir. Es muy fuerte la sensación de ir en contra de la naturaleza. ¿Qué especie animal se separa tantas horas de sus crías antes de que estas puedan caminar o desenvolverse autónomamente?
Esto no quita que las mamás podamos trabajar fuera de casa o tener nuestro espacio, sino que como sociedad debemos proteger el vínculo de apego entre el bebé y sus cuidadores porque se sabe que es la mejor forma de construir adultos sanos.
Cuando Blanca cumplió los cinco meses y medio y mi licencia postnatal se terminó, tuve que dejarla en una sala cuna y entrar nuevamente a trabajar afuera. Como muchas madres, no tenía otra opción.
Todo el primer año fue complicado, un verdadero suplicio. La incertidumbre sobre cómo estaba, si lloraba o no, si la contenían y protegían debidamente. Si me extrañaba y llamaba.
Fue entonces cuando surgió en mí la idea buscar alternativas laborales para no dejar la crianza de mi hija en manos de terceros. Quería trabajar, pero en algo que me permitiera cuidar de Blanca o pasar más tiempo con ella.
Así nació Mamurri.
En definitiva una unión entre las ganas de poder estar con mi hija y la búsqueda de soluciones para una de los aspectos de la maternidad que más me costó: la lactancia.
¿Por qué ropa de lactancia?
Recuerdo que cuando me tenía que vestir me quedaba pegada mirando el clóset pensando qué podía usar que me permitiera sacar la teta con facilidad. Finalmente, siempre terminaba usando la misma ropa.
En invierno, el tema era más complicado porque había que destaparse el cuello o la espalda para amamantar y pasaba frío. Si tenía que salir a algún lado me incomodaban las miradas y los juicios. Incluso, creo en muchas ocasiones, yo misma me sugestionaba pensando en que a alguien podía molestarle mi teta. Aunque resulte paradójico, todavía queda mucho camino por recorrer para normalizar lo natural.
Siempre he dicho que TODOS somos responsables de que las lactancias sean exitosas. Madres, padres, familiares, amigos, profesionales de la salud, jefes, colegas… TODOS.
La principal causa de que las madres dejen de amamantar antes de los dos años son las presiones del entorno y las inseguridades que muchas veces se alimentan de comentarios y juicios externos (casi todos carentes de información actualizada).
Por eso me decidí en tener un emprendimiento que pudiera aliviar, en cierta medida, las preocupaciones de las madres lactantes. Creo que todo apoyo es poco frente a las muchas necesidades que tenemos las mamás, sobre todo en los primeros meses del bebé, pero toda mano es bienvenida.
Hoy estoy agradecida de muchas personas, pero sobre todo de Blanca, mi hija, que me enseñó la importancia de la lactancia y la crianza respetuosa. Ella es la génesis y el motor de este emprendimiento que me ha inspirado a apoyar a otras mujeres en el hermoso, pero también complejo, camino de la maternidad.
Escrito por Natalia Escandón Cox
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